Bodas reales: XVIII

Capítulo  XVIII Pág. XVIII de {{{Reseña}}} Bodas reales Benito Pérez Galdós Con instintivo saber psicológico pensaba Lea que la lisonjera situación de ánimo en que había de poner a D. Tomás la victoria de su candidato sería favorable al cumplimiento de su promesa, es decir, que impuesto Montemolín por Austria y Roma, bien podía ser que los dos matrimonios, el grande y el chico, no distaran entre sí más que una semanita. De estas esperanzas habló con su madre, guardando reserva sobre lo del Austria; Doña Leandra se distrajo de sus tristezas contemplando el optimismo de su hija, tan parecido a un espectáculo de fuegos artificiales, y aunque la buena señora dudaba, que la duda de todo era en ella ya una segunda naturaleza, fingió creerlo por no marchitar ilusiones consoladoras. Eufrasia estaba también gozosa, porque llegó Terry, y con fácil artificio ideado por Jenara facilitose en casa de esta la tan deseada reconciliación. Había llegado a...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información