Bendición de la tierra - Capítulo 6

Hoy se llevan al toro. Es una bestia de descomunales dimensiones y demasiado valiosa para seguir más tiempo en la alquería. Isak se dispone a bajar al pueblo con él, para venderlo y comprar, a cambio, un buen novillo. Es Inger quien le ha instado, y sus motivos tiene para que Isak no esté en casa precisamente aquel día. —Si te propones ir al pueblo, conviene que lo hagas hoy –le había dicho–. El toro está cebado, y bestias así alcanzan un buen precio en la primavera; pueden mandarlo a la ciudad, donde los pagan muy bien. —Desde luego –decía Isak. —El único peligro es que por el camino, de bajada, se te desmande –añadió Inger. A esto, Isak nada respondió. —De todos modos, de una semana a esta parte ha salido bastante, conoce el campo, y ya se ha acostumbrado al aire libre. Isak no dijo nada a todo eso; pero, colgándose del cinto un gran cuchillo, fue y sacó el toro. ¡Qué coloso, tan magnífico y terrible a la vez! A cada paso que daba se estremecían...

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