Bendición de la tierra - Capítulo 5

Vieja es la experiencia de que a un mal año sigue al menos otro igualmente malo. Isak había aprendido a resignarse. Agostábase el grano en el campo, y la cosecha del heno resultó mediana, pero las patatas parecían rehacerse. La cosa se presentaba, pues, bastante mal, sin ser desesperada. No le faltaba a Isak ni leña para el hogar, ni buenas vigas para proveer a la aldea; y como la pesca del arenque había dado buen resultado en todo el litoral, la gente tenía dinero suficiente para emplearlo en madera y leña. Casi parecía providencial el fracaso de la cosecha porque, sin el granero y sin la era, ¿qué hubiera sido del grano? Sí; Providencia o no Providencia, pero a la larga, no puede dañar. Otra cosa era aquella novedad que le intranquilizaba. ¿Qué significa lo que un cierto Os-Anders había preguntado a Inger de si Isak había o no había comprado? Aquí yacía la tierra, allá se levantaba el bosque. ¿A qué comprar? Había convertido el yermo en tierras de cultivo,...

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