Bendición de la tierra - Capítulo 4

Entre las labores de primavera y de otoño se sucedieron días y noches, pero Oline no llegaba. Labrados sus campos, Isak puso en condiciones dos guadañas y dos rastrillos para la siega del heno; colocó en el carro un fondo de tablas capaz para la carga de la hierba, y requirió lo necesario para construirse un trineo de labor, pensando en el invierno. Se ocupó en otras labores útiles, y por lo que se refiere al interior, colocó dos anaqueles arrimados a la pared, en los cuales podían colocarse las cosas más diversas: el calendario, que, al fin, se había comprado, y el molinillo, y cazos fuera de uso. Inger afirmaba la extraordinaria utilidad de los dos anaqueles. Por lo demás, le parecía todo excelente. Cosa curiosa: Cuerno de oro no intentaba ya escapar; contenta con su ternera y el novillo, pacía suelta todo el día en las faldas del bosque. Y las cabras prosperaban de tal modo que casi arrastraban sus ubres cargadas de leche. Inger hacía un vestido largo de algodón...

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