Bendición de la tierra - Capítulo 14

Y pasó el tiempo. Como era de esperar, Eleseus fue a la ciudad, porque Inger había hecho prevalecer su opinión. Al cabo de un año de estar allí, Eleseus tomó la primera comunión, se afirmó en el despacho del ingeniero y seguía progresando en la escritura. ¡Qué cartas enviaba a su casa, alguna vez escritas con tinta encarnada y azul! ¡Parecían cuadros! ¡Y qué lenguaje, qué frases! De cuando en cuando pedía dinero, ayuda: necesitaba dinero para un reloj de bolsillo con cadena, para no levantarse tarde por las mañanas; o necesitaba comprar una pipa y tabaco, como los otros jóvenes escribientes; o precisaba lo que él llamaba «dinero de bolsillo» y, además, dinero para la escuela nocturna, donde aprendía dibujo y gimnasia, y otras cosas «imprescindibles» en su edad y profesión. En fin, Eleseus tenía una colocación en la ciudad bastante dispendiosa. —¿Dinero de bolsillo? –preguntaba Isak–. Será el dinero que lleva en los bolsillos. ¿No? —Claro, para...

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