Balada XXVIII: Los baños de la Padilla

Baladas españolas Balada XXVIII : Los baños de la Padilla de Vicente Barrantes A los moriscos jardines, que don Pedro de Castilla sembró en rosas y jazmines, bajaba al anochecer doña María Padilla, regia Venus del placer. Fue aquel tigre carnicero, que en sangre empapó sus huellas, sólo en el amar sincero; y ella a fe lo merecía, que era bella entre las bellas, la bella doña María. Templo en el jardín umbroso alzaron los dos amantes al placer voluptuoso: arabesco gineceo, donde licores fragantes entibiaban su deseo. Hoy a la puesta del sol, cuando el celeste confín se colora de arrebol, dos esqueletos estraños fugitivos del jardín se refugian en los baños. Y zumban por las arcadas húmedas, tristes y frías, histéricas carcajadas, lúgubres y helados besos, caricias de amor sombrías como el crugir de los huesos. Al ronco son de las gotas del cristalino raudal que salta entre piedras rotas del arabesco cimiento, aquel amor sepulcral parece un...

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