Bailén : 31

Bailén : 31 de Benito Pérez Galdós Inés, confusa y ruborosa, no contestó nada, cuando el diplomático se fue derecho a ella llevando de la mano a D. Diego, y le dijo: -Hija mía, aquí tienes al que te destinamos por esposo: mi sobrino, varón ilustre, a quien veremos general dentro de poco como siga la guerra. -Hijo mío -añadió doña María-, las altas prendas de la que va a ser irremisiblemente tu mujer no necesitan ser ponderadas en esta ocasión, porque harto las conocemos todos. Ahora, con el trato, se avivará el inmenso cariño que os profesáis desde hace algunos años, señal evidente de que Dios tenía decidida ya vuestra unión en sus altos designios. -Bonito es el retrato -dijo D. Diego con un desenfado impropio de la situación-; pero Vd., Inés, lo es más todavía. ¿Y en qué consistía el no querer salir del maldito convento? Sin duda las...

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