Así paga el diablo: 04
Capítulo IV 04
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Así paga el diablo
Felipe Trigo
Terminaba la estadística al día siguiente, En la biblioteca habíase instalado desde luego, tanto por dedicarle hoy un par de horas a los libros, después de este trabajo, como por no ver en el mirador a la señora cuando arreglase la jaula. Eran las once. Garona, después de la firma con él, acababa de partir en el coche. Iría a los ministerios, como siempre. Lo abrumaban con tanta petición.
Sintió un ruido, leve de pasos y de puertas. Tras él, en el fumadero, dijo una voz dulce: -¡Hola, amigo mío!
La señora.
Juan se levantó.
-¡Vaya! -dijo ella.-¿Quiere usted hacerme la partida?
-¿Qué partida?
-De billar.
-¡Oh, señora!
El colmo. Se asombraba el joven. No sabía que al billar jugasen las mujeres.
-Acabo de bañarme y de vestirme, y me he quedado..., así, algo enervada. Puse caliente el baño, demás. Voy a salir en el coche, y necesito antes un poco de reacción, un poco de...
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