Apéndice 3. El personaje y su obra (antología)

1. Ente y trascendencia

Aquello que el entendimiento concibe en primer lugar, y en lo cual termina el análisis de todos sus conceptos, es el ente, como dice Avicena en el libro primero de su Metafísica. Por consiguiente, todos los demás conceptos resultan de añadirse algo al ente. Ahora bien, al ente nada puede añadírsele a modo de naturaleza ajena, como se añade, por ejemplo, la diferencia al género o el accidente al sujeto, ya que toda naturaleza es esencialmente ente. Así demuestra también el Filósofo en el libro III de la Metafísica que el ente no puede ser género. Así pues, sólo cabe decir que algo se añade al ente en la medida en que aquéllo expresa algún modo del ente, modo no expresado por el nombre del ente mismo.

Esto puede acontecer de dos maneras. En primer lugar, cuando el modo expresado es algún modo especial del ente. En efecto, hay diversos grados de entidad según los cuales se acepta que hay diversos modos de ser, y conforme a estos modos, que hay diversos géneros de realidades. La sustancia, en efecto, no añade al ente diferencia alguna que signifique alguna naturaleza añadida al ente, sino que con la palabra «sustancia», se expresa un cierto modo especial de ser, a saber, el ente por sí. Y lo mismo ocurre en el caso de los restantes géneros.

En segundo lugar, cuando el modo expresado es un modo que acompaña universalmente a todo ente, lo cual puede tener lugar, a su vez, de dos maneras: bien que tal modo acompañe a todo ente en sí mismo, absolutamente, bien que acompañe a todo ente por relación a otro.

En el primer caso, el modo puede expresar algo del ente ya afirmativamente, ya negativamente. Ahora bien, no es posible encontrar nada que se diga de manera absoluta y afirmativamente, y que convenga a todo ente, a no ser su esencia, según la cual se dice que es: de ahí la palabra «cosa», nombre que difiere de «ente», según dice Avicena en el comienzo de su Metafísica, en cuanto que «ente» está tomado del acto de ser, mientras que. «cosa» expresa la quididad o esencia del ente. Por su parte, la negación, en forma absoluta, que acompaña a todo ente es la indivisión y ésta se expresa por medio de la palabra «uno»: en efecto, uno no es sino el ente indiviso.

Si, por otra parte, el modo del ente se toma en la segunda de las maneras señaladas, es decir, según el orden o relación de algo a algo, caben dos posibilidades. En primer lugar, la relación de división de algo respecto de algo otro que se expresa por medio de la palabra «algo»: en efecto, así como el ente se dice uno en cuanto que no está dividido en sí, así también se dice algo en cuanto que está dividido de los otros entes.

En segundo lugar, está la relación de conveniencia de un ente con otro, la cual no puede tener lugar a no ser que haya algo a cuya naturaleza corresponda convenir con todo ente. Este algo es el alma que, como se dice en el libro III de Acera del alma, es, de algún modo, todas las cosas. Pues bien, en el alma hay facultad cognitiva y facultad tendencial. Y así, la conveniencia del ente con la facultad tendencial la expresa la palabra «bueno», como se dice al principio de la Etica: bueno es aquello a que todas las cosas tienden. Por su parte, la conveniencia del ente con el entendimiento se expresa por la palabra «verdadero».

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