Apéndice 2. Los Sacerdotes-Obreros. Una Experiencia Insólita

EN el año 1944 un cardenal de excepción, monseñor Suhard, arzobispo de París, dio su consentimiento a un centenar de sacerdotes para iniciar la experiencia más insólita y fascinante de la Iglesia en los últimos tiempos: ir a la mina, a las fábricas, a los puertos y trabajar como simples operarios. Nacían así, sin ruido —el ruido vendría después—, los sacerdotes-obreros. Pero como las cosas no nacen por generación espontánea, sino que suelen tener unos inicios, el movimiento de los sacerdotes-obreros venía preparándose de años atrás. Se mascaba el anticlericalismo ambiente; el muro que separaba a los obreros de la Iglesia se hacía infranqueable. Jacques Valdour, impresionado por la descristianización de las masas, lanzó por primera vez en 1914 este grito: «¿Vuelve a ser Francia un país de misión?» En 1926 surgió el primer movimiento combativo, dirigido fundamentalmente a la evangelización del mundo obrero: la JOC o jóvenes obreros católicos; a pesar de...

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