Apéndice 2. Los Clásicos Infantiles Literatura Para Adultos

HASTA el siglo XVIII no existía una literatura propiamente infantil o juvenil. A los niños se les destinaban únicamente los libros de texto de las escuelas y las obras de la literatura clásica de Grecia y Roma; «los padres leían novelas, periódicos, libelos, y sus hijos a Homero, Virgilio, Plutarco. La región de la infancia era la antigüedad». Pero cuando el latín dejó de ser la lengua de la literatura por antonomasia y la sociedad adulta estimó que sus propias lecturas no convenían a los niños, se advirtió la necesidad de construir dentro de la literatura una parcela específica para ellos. Así, libros de tan complicada lectura que aún hoy se siguen estudiando, como Las mil y una noches, Robinson Crusoe, Los viajes de Gulliver y Alicia en el País de las Maravillas, y autores como Julio Verne, Jonathan Swift, Lewis Carroll…, etc., pasan a engrosar las bibliotecas juveniles. Sin embargo, análisis detenidos de estas obras realizados por algunos críticos revelan...

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