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Un señor que tomaba el metropolitano tenía bajo el brazo un gran paquete del que salía un trozo de tela verde. Como todo el mundo le miraba, dijo desatando su zapato: “Emplead la tinta Watterman”. Luego descendió los tramos de la escalera cojeando. Así que llegó abajo, se sentó en un banco con los pies bajo su trasero. Y ahí, comenzó a desembalar su paquete. Pero no sacó nada, ni siquiera un trozo de tela verde. Cuando el tren entró en la estación, partió corriendo con su paquete bajo el brazo. Pero no había ya tela verde. Sólo una cresta de gallina colgaba. El tren silbó. A lo lejos se escuchó una voz grasosa: “Es una marca muy buena”. Cerca de mí, un señor se puso verde. Gisèle Prassinos Los surrealistas franceses de César Moro Configuración - En tu lugar desconfiaría del caballero de paja - Cartero cheval - El gran socorro mortífero - Algunas palabras que, hasta ahora, me estaban misteriosamente prohibidas - Entre otras - Una...

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