Ángel Guerra: 129

Ángel Guerra Tercera parte - Capítulo VI – Final de Benito Pérez Galdós VII Dos horas después volvió el notario con el documento en forma legal, y leído que fue, firmaron el testador y los tres testigos. -¡Qué tranquilo me he quedado -dijo Ángel a la Sor-, al desprenderme de los bienes terrestres! A cada buen amigo entrego un poquitín de lo que fue mi patrimonio. Sólo a ti no te dejo nada material, porque te quedas con una cosa que vale más que todos los tesoros del mundo. La hermana salomónica, agobiada por la tribulación, había perdido aquel superior ingenio para expresar las ideas y concretarlas en frases sencillas y elocuentes. Con tal furor le temblaban los ojos que no parecía sino que el Espíritu Santo revoloteaba dentro de su palomar, como en estrecha cárcel, rompiéndose las plumas y lastimándose las alas. Y como el caballero cristiano hablara con grave acento de su tránsito inevitable, rompió en llanto la mística doctora, y exclamó...

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