Ángel Guerra: 077

Ángel Guerra Segunda parte - Capítulo V – Más días toledanos de Benito Pérez Galdós II Esto no lo oyó Fabián, que sentándose al piano, había empezado a mascullar aires de zarzuela y ópera. Justina entró a la sazón y tras ella los chicos, que se enracimaron junto al cantor. En cuanto oyó el monstruo la música, se animó extraordinariamente; sus ojos echaban chispas, y llevando el compás con la cabeza, trataba de repetir lo que oía. «¡Cómo te gusta, pobrecito! -dijo Mancebo cariñoso, tirándole de una oreja-. Toca, Fabián, toca, para que esta alma bestial sea por un instante alma de ser cristiano». Pero el músico, desesperado de la rebeldía del instrumento, que sonaba como una pandereta, lo abandonó, y en medio del cuarto se puso a entonar cánticos corales apianando la voz para no atronar la casa. Ildefonso le acompañaba, y a ratos podía creerse que el coro de la Santa Iglesia se había trasladado a la casa de Mancebo, el cual metía también su...

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