Ángel Guerra: 066

Ángel Guerra Segunda parte - Capítulo III – Días toledanos de Benito Pérez Galdós VII No fue perezoso para retirarse a la mañana siguiente, dejando a Dulce triste y meditabunda, pues la intimidad de aquella noche puso de manifiesto que si el hombre llevaba consigo toda su galantería obsequiosa, el corazón se lo había dejado en otra parte. Comprendió muy bien que los sentimientos de Ángel tomaban una dirección desconocida, y las cosas de un orden místico y espiritual que en el correr de la conversación dijera, marcaban diferencia enorme entre el hombre actual y el de antaño. Para colmar el mal humor de Dulce, descolgose doña Catalina con una leccioncita de moral, que desentonaba horrorosamente en los labios de la buena señora. -Vamos a ver: ¿te parece a ti decoroso ese amartelamiento con Ángel? ¿Qué me dices de tu poca aprensión para retenerle aquí toda la noche? ¡Qué dirán los primos, ¡ay! qué los honrados huéspedes de esta casa, que le vieron...

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