Ana Karenina VIII: Capítulo VI

Ana KareninaOctava parte: Capítulo VI de León Tolstoi Como ignoraba cuándo saldría de Moscú, Sergio Ivanovich no había telegrafiado a su hermano para que le mandase el coche a la estación. Levin no se hallaba en casa cuando su hermano y Katavasov, negros de polvo, llegaron, sobre el mediodía, en el coche alquilado en la estación, a la entrada de la casa de Pokrovskoe. Kitty, sentada en el balcón con su padre y su hermana, reconoció a su cuñado y bajó corriendo a recibirle. –¿No le da vergüenza no habernos avisado de su llegada? ––dijo, dando la mano a su cuñado y presentándole la frente para que se la besase. Así les hemos ahorrado molestias y de todos modos hemos llegado bien –respondió Sergio Ivanovich-. Pero estoy tan cubierto de polvo, que me asusta tocarla. Andaba muy ocupado, y no sabía cuándo podría marcharme... Sigue usted como siempre –añadió sonriendo––: gozando de su tranquila felicidad, fuera de las corrientes vertiginosas, en...

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