Ana Karenina VII: Capítulo XX

Ana KareninaSéptima parte: Capítulo XX de León Tolstoi Como siempre que iba a la capital, Esteban Arkadievich no pasaba su tiempo inútilmente en San Petersburgo. Además de hacer las gestiones que allí le llevaban –ahora el divorcio de Ana, su colocación– se dedicaba a lo que él llamaba « refrescarse». Moscú, a pesar de sus cafés chantants y demás diversiones, y de los ómnibus, siempre le había parecido a Oblonsky monótono y triste como un agua muerta, sobre todo cuando estaba con él su familia, y la vida de allí había llegado a veces a pesarle en el espíritu como una losa de plomo de la que necesitaba «refrescarse» . Viviendo mucho tiempo en Moscú, sin ausentarse, Oblonsky llegaba a sentirse inquieto de su mal humor, de su mujer con sus continuos reproches, de su salud y de la educación de sus hijos, de los pequeños intereses, de sus servicios, y hasta de las deudas, pues hasta las deudas llegaban a intranquilizarle. Pero le bastaba llegar a San...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información