Ana Karenina VII: Capítulo XV
Ana KareninaSéptima parte: Capítulo XV
de León Tolstoi
Levin no sabía si era tarde o temprano. Las velas estaban ya casi consumidas. Dolly, que salía entonces del gabinete, rogó al doctor que descansara.
Levin, sentado cerca del doctor, escuchaba una anécdota que éste le refería de un charlatán magnetizador, y miraba a la vez y con aire abstraído la ceniza que se iba formando en su cigarro.
Era un período de tranquilidad y Levin se había olvidado por completo del parto. Ahora escuchaba las palabras del doctor y las comprendía plenamente.
De súbito se oyó un grito estremecedor. El grito era tan terrible que Levin ni siquiera pudo levantarse, como otras veces –de un salto– y correr a la alcoba, sino que se quedó sentado, inmóvil, con la respiración cortada, mirando al doctor aterrada a interrogativa.
Pedro Dmitrievich, ladeando la cabeza, escuchó. Luego sonrió a hizo un gesto de satisfacción.
Todo lo que ocurría era tan extraordinario que ya nada podía...
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