Ana Karenina VII: Capítulo X

Ana KareninaSéptima parte: Capítulo X de León Tolstoi Ana Arkadievna no ocultó a Levin la alegría que experimentaba al verle. Y en la forma con que ella le dio la mano, en cómo le presentó a Vorkuev y le mostró la niña –muy bonita, de cabellos rojizos– que estaba sentada allí, haciendo labor, llamándola «su pequeña y querida protegida», en todo esto, Levin reconoció los modales que tanto le admiraban de una mujer de gran mundo, siempre tranquila y natural. –Me alegra mucho su visita –repitió. Y en sus labios estas palabras, tan sencillas, adquirieron para él una significación particular. –Ya le conocía a usted hace tiempo –siguió Ana, dirigiéndose a Levin–y le quiero por su amistad con Stiva y por su mujer de usted. La traté muy poco tiempo, pero me dejó la impresión de una hermosa flor, precisamente de una flor. ¡Y pronto será madre! Ana hablaba con soltura, sin precipitarse, mirando ya a Levin, ya a su hermano. Levin comprendió que...

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