Ana Karenina VII: Capítulo IX
Ana KareninaSéptima parte: Capítulo IX
de León Tolstoi
–¡El coche de Oblonsky! –gritó, con voz de bajo profundo, el portero.
El carruaje se adelantó hasta la entrada del Círculo y Levin y Esteban Arkadievich subieron a él y se dirigieron a la casa de Ana.
Solamente algunos momentos más –en tanto que el coche salía del zaguán– le duró a Levin la sensación de bienestar que había experimentado en el Círculo. Apenas el carruaje salió a la calle y sintió las sacudidas que daba rodando sobre un pavimento desigual, y oyó los gritos de un cochero de alquiler con el que se cruzaron, y percibió, a la luz tenue de los faroles la muestra roja de un café y tienda de comestibles, aquella sensación placentera se le desvaneció.
Reflexionó ahora sobre los hechos de aquel día y se preguntó si hacía bien yendo a la casa de Ana. ¿Qué iba a decir de esto Kitty?
Pero Esteban Arkadievich no le dejó que se preocupara, y, como si hubiese adivinado sus pensamientos, le...
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