Ana Karenina V: Capítulo XI

Ana KareninaQuinta parte: Capítulo XI de León Tolstoi Al entrar en el estudio, el pintor Mijailov miró una vez más a los visitantes. La expresión del rostro de Vronsky, sobre todo de sus pómulos, se grabó en su imaginación. Aunque su sensibilidad artística trabajaba sin cesar, acumulando más y más materiales, aunque sentía una emoción cada vez mayor al acercarse el momento de exponer su cuadro, Mijailov, rápida y sutilmente, se formó una idea sobre aquellas tres personas basándose en apenas perceptibles indicios. Sabía que Golenischev era un ruso que vivía en la ciudad. No recordaba su apellido ni dónde le había visto, ni lo que había hablado con él. Sólo recordaba su rostro, como el de todas las personas que encontraba, y sabía que lo había clasificado ya en la inmensa categoría de los rostros sin expresión, a pesar de su falso aire de originalidad. Los cabellos largos y la frente despejada daban una aparente individualidad a aquel semblante de...

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