Ana Karenina III: Capítulo VI

Ana KareninaTercera parte: Capítulo VI de León Tolstoi Una vez que hubieron terminado de segar Machkin Verj, los campesinos pusiéronse sus caftanes y regresaron alegremente a sus viviendas. Levin montó a caballo, se despidió de ellos con cierta tristeza y regresó a su casa. Al subir la cuesta, volvió la cabeza hacia atrás para mirar el campo. La niebla que ascendía del río ocultaba ya a los labriegos. Sólo se oían sus broncas voces joviales, sus risas y el ruido de las guadañas al entrechocar. Sergio Ivanovich había terminado de comer hacía rato y ahora estaba en su habitación bebiendo agua con limón y hielo mientras hojeaba los diarios y revistas que acababa de recibir por correo. Con los cabellos enmarañados y pegados a la frente por el sudor, con el pecho y la espalda tostados y húmedos y profiriendo alegres exclamaciones, Levin entró corriendo en el cuarto de su hermano. –¡Ya hemos segado todo el prado! ¡Ha sido una cosa magnífica! ¿Y tú? ¿Cómo...

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