Ana Karenina I: Capítulo XXII

Ana KareninaPrimera parte: Capítulo XXII de León Tolstoi Se iniciaba el baile cuando Kitty entró con su madre en la gran escalera iluminada, adornada de flores, llena de lacayos de empolvada peluca y rojo caftán. De las salas llegaba el frufrú de los vestidos como el apagado zumbido de las abejas en una colmena. Mientras ellas se componían vestidos y peinados ante los espejos del vestíbulo lleno de plantar, sonaron suaves y melodiosos los acordes de los violines de la orquesta comenzando el primer vals. Un anciano, vestido con traje civil, que arreglaba sus sienes canosas ante otro espejo, despidiendo en torno suyo un fuerte perfume, se encontró con ellas en la escalera y les cedió el paso, mientras contemplaba a Kitty, a quien no conocía, con evidente placer. Un joven imberbe –sin duda uno de los galancetes a quienes el viejo Scherbazky llamaba pisaverdes–, que llevaba un chaleco muy abierto y se arreglaba, andando, la corbata blanca, las saludo y, después de...

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