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Amalia: De cómo don Cándido Rodríguez era pariente de Cuitiño Quinta parte, Capítulo 16 de José Mármol A las ocho de la mañana de uno de los últimos días de setiembre, el maestro de primeras letras de Daniel sorbía a grandes tragos espumoso e hirviente chocolate en una enorme taza de porcelana, mientras que su discípulo arreglaba, doblaba y sellaba papeles, teniendo ambos en sus rostros las señales de haberse pasado en vela toda la noche. -Daniel, hijo, ¿no sería bueno que nos recostásemos un rato, un momento, algún tiempo? -Ahora no, señor; más tarde. Todavía necesito de usted un momento. -Pero que sea el último, Daniel; porque decididamente hoy me voy a los Estados Unidos. Sabes que hace cinco días que le he dado mi palabra a ese honrado y benemérito cónsul de pasar a residir en su territorio. -Es porque no sabe usted lo que hay -dijo Daniel sellando un paquete. -¿Lo que hay? -O lo que puede haber en el territorio. -No, a mí no me engañas. Todavía...

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