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Amalia: Pílades enojado Quinta parte, Capítulo 5 de José Mármol Don Cándido se estremeció. Daniel cambió de fisonomía como si le hubiesen quitado una cara y puesto otra: antes visiblemente alterada y descompuesta, ahora tranquila y casi risueña. Un criado apareció, y anunció a una señora. Daniel dio orden de que entrase. -¿Me iré, hijo mío? -No hay necesidad, señor. -Es verdad que yo no quisiera irme, sino esperar a que tú salieras para acompañarte. Daniel sonrióse. Y en ese momento, una mujer que sonaba como si estuviese vestida de papel picado, con un moño federal de media vara, y unos rulos negros, duros y lustrosos, sobre una cara redonda, morena y gorda, tal como si el médico Rivera, marido de la rubia Merceditas, se hubiese vestido de mujer, apareció en la puerta de la sala. -¡Oh! -exclamó Don Cándido. -Adelante, Misia Marcelina -dijo Daniel. -¿Ah, sois vosotros? -Los mismos. -Pílades y Orestes. -Exactamente. -Aqueste es Pílades -dijo Doña...

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