Amalia: 62

Amalia: Donde aparece, como aparece siempre, nuestro Don Cándido Rodríguez Quinta parte, Capítulo 4 de José Mármol Si los capítulos anteriores han podido dar una ligerísima idea de la ferocidad de Rosas, también habrán hecho reflexionar, es probable, sobre el modo como se ocupaba de la defensa de su causa, frente del enemigo que le invadía, y la amenazaba. Hay resistencia en el espíritu para creer que en todo pensase Rosas, en los primeros días de setiembre de 1840, menos en una formal organización de defensa, en un plan de campaña, tan serio siquiera, como la situación que lo rodeaba. Y nada hay más cierto, sin embargo. Rosas jamás fue militar. Y en aquel conflicto no hizo otra cosa que amontonar hombres y cañones, carretas y caballos, en los estrechos reductos de Santos Lugares; esperándolo todo de la casualidad, del terror en sus enemigos, y del miedo en sus servidores, que parece haber sido la única táctica de ese hijo predilecto de una fortuna, la más...

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