Amalia: 56
Amalia: El jefe de día
Cuarta parte, Capítulo 15
de José Mármol
-¡Es inútil, Eduardo! Vamos a reventar los caballos sin conseguir lo que deseas -decía Daniel, mientras que los caballos volaban.
-¿Y sabes lo que deseo?
-Sí.
-¿Qué?
-Alcanzar a Mariño.
-Sí.
-Pero no será.
-¿No?
-No lo conseguirás; y he ahí la razón por que me presto a tu capricho de que corramos como dos demonios por este camino, a riesgo de rompernos la cabeza de una rodada.
-Veremos si lo alcanzo.
-Nos lleva veinte minutos.
-No tanto.
-Y más.
-Al menos, diez hemos reconquistado ya.
-¿Y si lo alcanzáramos?
-A Roma por todo.
-¿Qué?
-Que le busco pendencia y lo atravieso de una estocada.
-¡Magnífica idea!
-Si no es magnífica, a lo menos es terminante.
-¿Olvidas que son cuatro?
-Aunque sean cinco; pero son tres solamente: él y sus dos ordenanzas.
-Son cuatro; Mariño, dos ordenanzas, y yo.
-¿Tú?
-Yo.
-¿Tú contra mí?
-Contra ti.
-En hora buena.
Tal era el diálogo de los jóvenes...
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