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Amalia: Cómo sacamos en limpio que Don Cándido Rodríguez se parecía a Don Juan Manuel Rosas Tercera parte, Capítulo 13 de José Mármol En esa misma mañana en que su señoría el señor ministro plenipotenciario de Su Majestad Británica machacaba el maíz para la mazamorra de Rosas, nuestro antiguo amigo Don Cándido Rodríguez se paseaba en el largo zaguán de su casa, cerca de la Plaza Nueva, metido entre su sobretodo color pasa que lo había acompañado en sus sustos del año de 1820; con un gorro blanco metido hasta las orejas; dos grandes hojas de naranjo pegadas con sebo en las sienes; unos viejos zapatos de paño que te servían de pantuflas, y las manos en los bolsillos del sobretodo. Lo irregular de su paso, las ojeras que bordaban sus párpados, y las gesticulaciones repentinas en su fisonomía, daban a entender que había pasado mala noche, y que se hallaba en momentos de un diálogo elocuente consigo mismo. Dos golpes dados a la puerta lo pararon súbitamente...

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