Albur de amor

Primero fue el reencuentro con una realidad del espacio en apariencia igual, después, conforme la reverberancia de la voz se introducía en el cuerpo, Rita observó los cambios en la decoración cotidiana. Fue una reacción lenta, sufragada por la monotonía y por los pocos deseos de subir el rostro y meterse al mundo externo porque ella, desde que llegaba al trabajo, se aislaba de los ruidos propios del banco, del caminar de los guardias, de la aparente prisa de los compañeros, por eso fue quizá que el grito la sacudió diferente a los demás y cuando se dio cuenta de todo era porque ya el tiempo hecho segundos había brincado la barrera de su propia caja y los rostros de los demás le decían de lo sucedido en el jol del banco, iluminado y amplio, los pisos pulidos y los olores de la gente confundidos con el aroma de los desodorantes. Dos gritos más se escucharon a su izquierda antes de que la voz rasposa del hombre mandara callar los nervios con un: no abran la boca o se las...

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