Al primer vuelo:2

Al primer vueloCapítulo II: La tesis de Don Alejandro de José María de Pereda Capítulo II: La tesis de Don Alejandro De grandes emociones fue para Nieves el día del estreno de aquellos hábitos para ir a retratarse con ellos; pero no tan hondas como las que sintió su padre en el momento de verla aparecer a la puerta de su gabinete, calzándose los guantes y diciéndole al mismo tiempo: «cuando quieras, papá», con una sonrisilla de ojos y de media boca (porque la otra media la tenía ocupada con una penquita de albahaca) que venía a significar: «¿qué te parece de tu hija con estos flamantes atavíos?» Hasta entonces, en el colegio o fuera del colegio, con los vestidos un poco más largos o un poco más cortos, siempre había sido Nieves para su padre una niña, más alta o más baja, más hecha o menos hecha; pero una niña al cabo, «la niña», como él la llamaba hablando con su ama de llaves o con el primero que se le ponía por delante; la niña, con los gustos...

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