Aita Tettauen: 20
Aita Tettauen
de Benito Pérez Galdós
Segunda parte - Capítulo XIII
No se sabe lo que duró este delirio, y sí que a la madrugada, cuando aún no mostraba el Oriente ni presagios de aurora, salió Juan de su tienda, solo, sin más compañía que un palo, llevando a cuestas los dos petates, el suyo y el que le había confiado Pedro Antonio. Atravesó casi todo el campamento, recogido en medio de la plácida obscuridad; pasó por las tiendas de Baza, de Segorbe, del Primero de montaña, de San Fernando, de Bailén, de Soria, de Iberia, hasta llegar a la Aduana. A las guardias dijo: «Voy a la Aduana para embarcarme», y ningún obstáculo halló en su camino... Reconociendo el disforme edificio que le habían designado como depósito de los que volvían a la patria, y en el cual vio como un vasto panteón de muda blancura, erigido en las tinieblas, torció a mano derecha y anduvo un corto trecho hasta dar en la margen del río Alcántara... Por la ribera pantanosa, chapoteando...
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