A la sombra de las secoyas

Escuchadme vosotros que atravesáis el solo e infinito desierto, Vosotros, ya sombras, que chirriáis como las cerraduras orinecidas de la soledad, Vosotros, como el polvo los libros mágicos y los años en las urnas del silencio. Yo te imploro, mujer dulce y bienamada, Oh reina más allá de los mares en las provincias de hojas y lagartijas ¡Recuerda, mi esposa, que no podré nombrarte en mi lento infortunio! Porque me apesadumbro y la tristeza me vela eternamente la misericordia de tus manos. Como en la seda oceánica de la onda y en el alcohol de las florestas verdes, se escucha el coloquio de las panteras, Vosotros en el asilo que os procuran los encantos de la vida. Escuchad este drama de muerte que soflama en las minas de hulla: Los jinetes de la noche golpean enla oreja de mi espíritu. En las cadencias de la rana, en las palabras delamante, se jactan de sus creenciasy me hablan de la ley. Espero, Espero como un tallo de hierba preterida,bajo el ingente peso...

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