A fuego lento: 31

A fuego lento de Emilio Bobadilla Tercera parte Capítulo I Estaba París insoportable, de día, sobre todo. De las alcantarillas salían ráfagas pestilentes que obligaban a taparse las narices. Las calles despanzurradas, mostraban sus tripas pedregosas. Las montañas de tarugos negros y las enormes y humeantes calderas rotativas de asfalto hirviente interceptaban la circulación en muchas de las principales arterias de la ciudad. En casi todos los barrios se veían andamios y albañiles, carros que arrastraban cantos ciclópeos y se oían martillazos estridentes sobre hierros y maderas, chirriar de sierras que cortaban piedras, rechinar de grúas, y gritos y latigazos de carreteros. Una llovizna de cal flotaba en el aire caliente. Los teatros estaban cerrados y sólo los music-halls de los Campos Elíseos y el Moulin Rouge alegraban las primeras horas de aquellas noches cálidas de Agosto. No quedaban sino los pobres y los extranjeros, inglesas desgalichadas de canotier, que...

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