A fuego lento: 27

A fuego lento de Emilio Bobadilla Capítulo XV La muerte de Petronio produjo al principio cierta dolorosa sorpresa en la colonia sur-americana. Cada cual la comentó a su modo. -No me coge de improviso -exclamó Baranda. -Era un alcohólico. Y los borrachos acaban por lo común suicidándose. -¡Pobrecito! -gimió doña Tecla-. No puedo olvidar que era paisano mío. Marco Aurelio apenas pudo dar cuenta de lo sucedido. ¡Fue tan rápido! Además, él no estaba presente. Escribía en aquel momento una carta a don Olimpio pidiéndole cien francos. A Plutarco tampoco le sorprendió. -¿No dije que iba a acabar de mala manera? No se puede vivir impunemente como él vivía. -Me parece estarle viendo -decía Marco Aurelio- con aquel andar lánguido y tortuoso de quien no está habituado a pisar en calles iguales y rectas, sorteando centenares de transeúntes encontradizos. Hablaba siempre a gritos, moviendo los brazos como quien nada en seco. -Me acuerdo -añadía por lo bajo don...

Este sitio web utiliza cookies, propias y de terceros con la finalidad de obtener información estadística en base a los datos de navegación. Si continúa navegando, se entiende que acepta su uso y en caso de no aceptar su instalación deberá visitar el apartado de información, donde le explicamos la forma de eliminarlas o rechazarlas.
Aceptar | Más información