A fuego lento: 05

A fuego lento de Emilio Bobadilla Capítulo V El grupo liberal que se reunía en la farmacia de Portocarrero, no quería ser menos que el grupo conservador. Para él era cuestión de honra banquetear a Baranda. Con efecto, le banquetearon en el patio del Café Cosmopolita, cubierto por un enorme emparrado de bejucos. Los cuartos contiguos estaban llenos de commis voyageurs, de marcado tipo judío. Un agente de seguros perseguía a todo bicho viviente proponiéndole una póliza con reembolso de premios. Un mulato paseaba de mesa en mesa una caja, pendiente del cuello por unas correas, que abría para mostrar plegaderas y peines de carey, caimancitos elaborados con colmillos de ese reptil y otras baratijas. La comida duró hasta las tres de la mañana, en que cada cual tiró por su lado, sin despedirse. La borrachera fue general. Hasta el dueño del café cogió su pítima. El calor había fermentado los vinos. Petronio Jiménez estuvo elocuentísimo. Colmó al gobierno de...

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