La tía Tula:XIV
La tía Tula
de Miguel de Unamuno
Una profunda tristeza henchía aquel hogar después del matrimonio de Ramiro con la hospiciana. Y esta parecía aún más que antes la criada, la sirvienta, y más que nunca Gertrudis el ama de la casa. Y esforzábase esta más que nunca por mantener al nuevo matrimonio apartado de los niños, y que estos se percataran lo menos posible de aquella convivencia íntima. Mas hubo que tomar otra criada y explicar a los pequeños el caso.
Pero, ¿cómo explicarles el que la antigua criada se sentara a la mesa a comer a los de casa? Porque esto exigió Gertrudis.
–Por Dios, señora –suplicaba la Manuela–, no me avergüence así..., mire que me avergüenza...
Hacerme que me siente a la mesa con los señores, y sobre todo con los niños..., y que hable de tú al señorito..., ¡eso nunca!
–Háblale como quieras, pero es menester que los niños, a los que tanto temes, sepan que eres de la familia. Y ahora, una vez arreglado esto, no podrán ya...
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